viernes, 30 de diciembre de 2016

Viento.

Te veo. 
No estás y te veo.
Siento tus besos, calientes en mi frente.
Siento tus palabras caer sobre mi cuerpo.
Suaves.
Como tu caricia.
Como tu aliento.

Eres la voz que se cuela entre mis huesos
Eres aire que se convierte pronto en viento.
Eres viento.
Que corre entre mis alas, que me impulsa a volar.
Vuelo.

Viento.

Vuelo.

Fuerte.

Vuelo. 

Entre tus olas, entre mareas que se alzan al compás de tus palabras.
Que rozan mis cachetes, que arman cada pétalo del girasol de lo que se ha convertido mi alma.
Mirando, girando hacia la luz que irradias. 
La luz que irradian tus ojos, que destella tu boca, que cuestiona mi propósito en esta vida.
Que ama.
Que vuela.
Que viento.
Que cuerpo.

Vuelo.

Vuelo.

martes, 20 de diciembre de 2016

Ausencia.

Esta noche es como cualquier otra noche.
Mis pies están helados, pisé un charquito de agua y mis dedos se mojaron.
Intenté guardarlos bajo las cobijas para calentarlos,
No ha funcionado.
Esta noche es como cualquier noche.
Pero esta casa no es la mía.
Y Flavio me hace compañia mientras que todos piensan que yo he venido a hacerle compañia.
Me mira con ojos de ternura y se emociona cada que entro o salgo de la habitación.
Mañana ahora sí, será un buen día.
El insomnio debe dejar de llevar por alias tu nombre.
Debe disiparse.
Esta noche es como cualquier noche.
En la que no tengo el corazón en la mano.
En la que las canciones no me mueven hasta el llanto.
Y se repiten,
y se repiten,
y se repiten.
Esta noche debe ser como cualquier noche.
Pero no la es.
Esta noche dormiré con tu presencia sobre la almohada...
                                       ...otravez.
Tu último gesto.
Mi última mueca.
Esta noche definitivamente será como cualquier otra.
Ya estoy cansada.
Llevo la semana entera entre tus ojos y los míos.
Sin mucho que pensar, pero con tanto en la mente.
Estoy cansada y el sueño no logra alcanzarme.
Tu olvido no logra llegar a mi lado.
No hemos logrado compartir la mesa, mucho menos la cama.
Tu olvido se rehusa a ser solidario y quedarse a montar guardia.
He encontrado la última carta.
En mi cartera, guardada, encontrando un momento más bonito para ser entregada.
Esta noche no será como cualquier otra.
Rondas infinito.
Te quedas por que no podría explicarme a dónde te has ido.

Relatos de un mortal.

.



Y dijo: Estos días se me antojan con un café y tus ojos




.

Al alba.

Creo que le dicen insomnio.
Yo le pongo tu nombre.
He logrado cerrar los ojos sólo un par de horas a lo largo de esta semana.
La misma cuestión rondando infinita por mi cabeza.

Las palabras dichas, los silencios tuyos.
Me he tropezado con los nudos que alguna vez me impedían gritar mis deseos.
Hoy que sé gritar, que sé exigir exáctamente lo que quiero,
Me he encontrado con alguien que recuerda cuan cómodos son esos nudos.
No pronunciar los deseos tiene su gusto, pero yo he aprendido a gritar.
Y he caído sentada.
He caído y he logrado no rasparme las rodillas.
El resto de mi cuerpo se hizo mierda.
Mis brazos pesan.
Mis piernas parecen no ser mías.

Caminé con firmeza, quería huir lo más lejos de tu presencia.
Esa que me quema el alma, que me ha quemado la piel y me ha dejado desnuda.
Camino desnuda.
Me he quedado en este mundo sin tu sonrisa perfecta.
Me he quedado a ver como arde a lo lejos.
Por que he decidido que no quiero arder ya contigo.

La vida es irónica.
Lo he escuchado tantas veces de tu boca.
Has muerto de una manera muy irónica.
He aquí las letras prometidas.
Homenaje a la felicidad que irradeabas al entrar a un cuarto.
La sonrisa coqueta que derretía cada espectro de mi vida, fundiendola cual magama con la tuya.
A las palabras más hermosas que alguien ha pronunciado, y luego silencio.
El silencio más helante que he conocido.
Pero fuiste verso, fuiste beso, fuiste fugáz.
Yo de ahora en adelante me decidiré por lo mortal.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Relatos de un mortal.

.


Y dijo: "Si vamos a entrar en la vida del otro no lo hagamos siempre por la ventana, hay sótano y chimenea."


.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Quizá un semidios me ha quemado.

Invertí mis risas en la noche final.
Reía a carcajadas con las posibilidades que habían logrado encontrar su camino de regreso.
Las que se habían largado hoy regresaban con la frente en alto.
Regresaban con disfrute, con brazos abiertos.
Me abrazaban y ofrecían todo lo que hace meses había parecido esfumarse. 
Ofrecían detalles, deleíte.
¿Y qué si amo demasiado?
He caído en cuenta de que no es desventaja.
Amo demasiado, amo con fuerza.
Nadie podría reprocharme amor a medias.
Antes lo reprocharía a mi misma.

He visto el amanecer cobijada por sus brazos.
Y me gusta más enredada entre los brazos del amor.
Y el amor no tiene que ser presencial.
El amor se expira, se irradia.
Se siente en la punta de los dedos y no te da la oportunidad de dudar.
Antes de ello, se esfumaría con el debido ruido, con la debida guerra.
El amor no sale de escena de puntitas.
Como tampoco entra de esa manera.

Lo dejé tomarme de la mano,
Como faro al hombre navegante.
El vaivén arrullaba los deseos, amenizaba la falta de fe.
Que quizá todos en algún momento tenemos.
Pero fui fiel, confié.
Cerre los ojos por un instante y el mar había logrado rebasarme.

Hoy puedo decir que no sé si alguna vez fue el faro, 
Si siempre fue la tormenta.
Si yo he amado con ganas y el se ha caído por la comisura de mi boca hasta el momento en el que pronuncie en voz la últimas palabras.
¿Sabías que eran las últimas palabras?
¿Alguna vez lograste unir las constelaciones de los lunares en mi espalda?
Yo que me desdoblé como un origami.
Platicas largas,
poemas más largos
y deseos callados.
Hablas en idiomas muertos,

Guardé los gestos más expresivos para ese momento.
Sabía que estaba por llegar, que rondaba las esquinas esperando el momento.
Que hacía preguntas por el mundo como buscando dejar la duda abierta.
Lamiendose las llagas con esperanza de sanarlas.
Pero yo ya no puedo sanarlas por mi misma.
La esperanza, dicen, es lo último que muere.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Vientito.

Poeta.
Aunque odie que le diga así,
Que tampoco es artista.
Que sus ojos no son verdes,
Ni cafés.
Es viento y son miel.

Sus ojos son ventanas,
que asoman a lo más profundo de tu propia alma.
Son espejos infinitos que gotean de toda la ternura que existe.
Te avientan verdades que siempre escondiste.
Que a nadie le contaste.

Sus ojos son ventanas,
Donde también se alcanza a ver su alma.
Incansable.
Cargando con un cuerpo que corre detrás de ella,
No queriendo quedarse atrás.

Él me ha dicho que su nombre es viento,
Que duerme poco.
Que hay sueños que lo mantienen vivo,
También he visto en sus ojos las pesadillas que lo mantienen despierto,
Inquieto.
Él es fuerte,
Es poeta, hombre, padre.
Él es viento.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

A mar.


Arte de James R. Eads


Entre mares de sueños
Entre cadáveres de tiempos viejos;
gastados por el aire que deja el anhelo o el recuerdo.
Ahí, se encuentran.
Aferrados a cuentos que no son ya más que cuentos,
a mares que ya no están húmedos más, que ya no saben a sal.
Ahí habitan los muertos.
A quienes mata el olvido.
Quienes mueren al filo del recuerdo.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Dios no sabe estar enamorado.

Dicen que si Dios existe, no tiene vanidad.
Dicen que por los siglos habrá de ser como lo era y como lo será.
Han dicho mucho.
Y se ha hablado quizá de más.
Se ha hablado del amor.
Han habido tantos incrédulos como aquellos que hablan de Dios y su faláz humildad.
Y es que Dios si existe, es pura vanidad.

El amor, de encontrarse,
-porque el amor existe, la cuestión es encontrarlo-
te quema, quemándose simultaneamente.
Las lenguas de las llamas te acarician con tranquilidad.
Te susurran poesía delicada mientras te desaparecen la piel.
La piel verás, no es tan necesaria.
El amor te demuestra cuan banales llegan a ser las certezas.
Cuan insípidas son las mentiras.
Cuan ajustados quedan, aveces, los ideales.

Y te sigue consumiendo.
Mientras te consume, se consume a sí mismo.
Se renueva, te renueva.
El amor es cuestión única de encontrarse.
Encontrarse sin ganas más que de estar enamorado.
Sin ganas más que de estar ardiendo.
Encontrarse con temores olvidados, transgredirlos y caminar con ellos de la mano.
Cuando se está enamorado, no hay necesidad de cuestionarlo.
El hombre mortal se sabe enamorado.
Dios en cambio, -quien nunca ha ardido- juega a estarlo.